En el estudio de las Escrituras es importante entender que la revelación divina se divide en períodos bien definidos. Estos están claramente separados, y la identificación de estas divisiones y sus propósitos constituye uno de los factores más importantes para interpretar acertadamente las Escrituras. Estas divisiones se conocen como dispensaciones, en cuyos períodos de tiempo sucesivos se pueden observar diferentes características.
Una
dispensación puede definirse como una etapa
en la revelación progresiva que Dios desea manifestar al hombre, y
constituye una administración, economía o regla de vida distintiva.
Aunque el concepto de una dispensación y de una época en la Biblia
no es precisamente la misma, es obvio que cada período tiene su
dispensación. Las épocas se mencionan a menudo en la Biblia
(Ef.2:7; 3:5, 9; He. 1:1-2), haciendo distinción entre ellas (Jn.
1:17; cf. Mt. 5:21-22; 2 Co. 3:11; He. 7:11-12).
Cada dispensación comienza, por lo tanto, con el hombre divinamente establecido en una nueva posición de privilegio y responsabilidad, y termina con el fracaso humano que trae como consecuencia la manifestación del justo juicio de Dios. Si bien es cierto que existen algunos hechos, tales como el carácter santo de Dios, que permanecen invariables a través de cada edad, no obstante existen al mismo tiempo diferentes instrucciones y responsabilidades que, en cuanto a su aplicación, se limitan a determinado período.
Debido
a la imperfección de las traducciones, algunas verdades importantes
se hallan ocultas para el que lee solamente el texto corriente de la
Biblia. Por ejemplo, la palabra griega aion,
que
significa una «edad» o dispensación, se traduce «mundo» en unas
cuarenta ocasiones. Por ejemplo, cuando se dice en Mateo 28:20 «hasta
el fin del mundo», la referencia no es al fin del mundo material, lo
que a su debido tiempo tomará lugar (2 P. 3:7; Ap. 20:11; Is.
66:22), sino más bien al fin de esta edad. El fin del mundo no se
acerca, sino el fin de la presente edad. Las Escrituras presentan
siete grandes dispensaciones (sin contar con la octava [o primera]
dispensación de la eternidad), y es evidente que nosotros estamos
viviendo el fin de la sexta de ellas. La edad del reino milenial (Ap.
20:4, 6) está todavía por venir.
Una
dispensación se caracteriza por las nuevas responsabilidades que
Dios le señala al hombre al principio de ella y por los juicios
divinos con que la misma termina. Las siete dispensaciones son las
siguientes:
1 Inocencia
2 Conciencia
3 Independencia
4 Promesa
5 Ley
6 Gracia
7 Reino
¿Qué es La Dispensacion de La ley?
La dispensación de la ley comienza en Éxodo 19:3 y se extiende a
través de todo el período hasta el día de Pentecostés en Hechos
2, aunque, en un sentido más cierto y perfecto, la ley finalizó en
el momento mismo que Jesús pronunció la sentencia “consumado
está” en
la cruz. Ciertas porciones de los evangelios anticiparon, sin
embargo, la presente era de la gracia.
La
ley mosaica fue dirigida solamente a Israel, y los gentiles no eran
juzgados por sus normas. La ley contenía un detallado sistema de
obras, incluidas tres principales divisiones: los mandamientos (la
voluntad expresada de Dios, Ex. 20: 1-26); los juicios (la vida
social y civil de Israel, Ex. 21: 1 - 24: 11); y las ordenanzas (la
vida religiosa de Israel, Ex. 24: 12 - 31: 18). El sistema de
sacrificios y del sacerdocio que fue incluido era tanto legal como de
gracia. El gobierno en esta dispensación era una teocracia, un
gobierno por medio de Dios a través de sus jueces y profetas,
sacerdotes y (más tarde) reyes. Esta dispensación está demarcada
por el llamado pacto
mosaico,
el cual fue también de carácter temporal, en vigencia sólo hasta
que Cristo viniese (Gá. 3:24-25). La naturaleza de la dispensación
era condicional, esto es, toda bendición estaba condicionada a la
obediencia.
Por
primera vez en la historia de la humanidad, la Escritura revela un
completo y detallado sistema religioso bajo la ley, proveyó el
terreno para la limpieza y el perdón, la adoración, y oración, y
ofreció una esperanza futura.
Bajo
la ley hubo constante fracaso. Esto es evidente especialmente en el
período de los jueces, pero siguió hasta después de la muerte de
Salomón y la división del reino de Israel en dos reinos. Hubo
períodos cuando la ley fue completamente olvidada e ignorada y la
idolatría reinaba en forma suprema. El texto del Nuevo Pacto
continúa el registro de fracasos, que culmina en el rechazo y
crucifixión de Cristo, quien en su vida guardó la ley en forma
perfecta.
Tal
como se describe en Dt. 28.1 – 30.20, durante la dispensación de
la ley fueron infringidos muchos juicios, siendo los mayores los del
cautiverio bajo Asiria y Babilonia, de los cuales retornaron en el
tiempo debido. Los juicios de Israel también vinieron después del
término de esta dispensación e incluyeron la destrucción de
Jerusalén en el año 70 d.C.; la dispersión mundial de Israel, y el
aún por venir “tiempo de angustia de Jacob” la gran
tribulación
(Jer. 30:1-11; Dn. 12:1; Mt. 24:22).
Bajo
la ley, sin embargo, también era administrada la gracia divina en
aquel sistema de sacrificios que fue provisto como una vía de
restauración para el pecaminoso Israel, y el Dios paciente se
manifiesta en la provisión de profetas, jueces y reyes y en la
preservación del pueblo del cual había de nacer el Mesías. En
repetidas ocasiones el arrepentimiento de Israel fue aceptado por
Dios, y a través de este período fue escrito el Antiguo Testamento.
La bendición coronadora fue la venida de Cristo como el Mesías de
Israel, a quien la nación entera rechazó a causa del endurecimiento
sufrido de parte de Dios.
¿Cuándo Finaliza La Ley?

El
propósito de la ley era proveer una regla justa de vida y traer el
pecado a condenación. La experiencia de Israel bajo la ley demostró
que la ley moral, cívica y religiosa no puede salvar o santificar.
La ley nunca fue propuesta para proveer la salvación para el hombre,
ya sea mientras estaba en vigencia o después, y por medio de su
naturaleza era débil, por cuanto no podía justificar (Ro. 3:20; Gá.
2:16); no podía santificar o perfeccionar (He. 7: 18-19); estaba
limitada en su vigencia y duración (Gá. 3:19); no podía regenerar
(Gá. 3:21-22), y sólo podía hacer manifiesto el pecado (Ro. 7:
5-9; 8:3; 1 Co. 15:56). La ley hizo posible que Dios demostrara que
todos eran culpables y que toda boca calló (Ro. 3:19), e hizo
evidente la necesidad de Cristo (Ro. 7:7-25; Gá.3:21-27).
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